Las matemáticas son una ciencia exacta, pero en las cooperativas no suelen
funcionar con esa exactitud.
Podemos afirmar que: Un socio + otro socio = dos socios.
Una cooperativa + otra cooperativa = Una cooperativa de segundo grado.
Un cerebro de un socio cooperativista + otro cerebro de otro socio
cooperativista + otro = Ni se sabe.
Decía Henry Ford que él quería dos brazos para trabajar en la cadena de producción,
el problema era que éstos venían con un
cerebro. Al sistema productivo Taylorista sí se le podía aplicar las
matemáticas y los obreros no dejaban de ser unos meros números.
Afortunadamente en las cooperativas ocurre lo contrario, sólo se admiten
socios que vengan con su cerebro. Aunque conozco algunas cooperativas, pocas,
dirigidas por descerebrados.
La realidad es que cuando hablamos de personas con “cerebro”, las matemáticas no funcionan.
La unión de cerebros trabajando sin prejuicios por un objetivo común y
compartido es el mayor multiplicador de energía que existe.
Ya lo decía Einstein: “la energía más poderosa es el deseo y la voluntad para
llevarlos a la práctica”.
La fuerza de las cooperativas es la capacidad de poner todos los cerebros a
trabajar en un fin común. Sin embargo, la realidad cooperativa, que tiene un
potencial inmenso de transformación económica y social, de momento aún no ha explotado.
Yo me pregunto cómo es posible que nuestras empresas cooperativas todavía
sigan siendo las grandes olvidadas del mundo empresarial y aún no hayan llegado
a ser conocidas por todos como empresas modelo y más competitivas.
Aunque sí hay ejemplos de cooperativas que han llegado a ser conocidas como
empresas excelentes. Recuerdo el caso de la cooperativa IRIZAR, que en el año 2000 consiguió el premio europeo a la
excelencia empresarial.
Koldo Saratxaga,
antiguo director de IRIZAR y gurú empresarial, exponía en una conferencia que él
no tenía 600 manos trabajando sino 300 cerebros pensando, y si se le preguntaba
cuánta gente había trabajando ese día en la fábrica, contestaba que no lo sabía
porque es posible que ese día algunos se hubiesen ido a cazar o a coger setas
al bosque.
Explicaba su modelo de funcionamiento como una orquesta de Jazz, que al
contrario del modelo tradicional de orquesta con un director al frente y unos
buenos intérpretes, en la orquesta de Jazz la dirección y el protagonismo de los
instrumentos va cambiando en función de la melodía, etc.
IRIZAR es un buen ejemplo de cooperativa que ha conseguido desmarcarse de
la competencia y ha desarrollado un modelo propio y diferente. Por el contrario,
conozco otras cooperativas donde, siendo generoso, la suma de 20 cerebros da un
resultado de 4.
¿Cuáles serían las razones para llegar a esa multiplicación de energía que
se traduce en más calidad de vida social y laboral y mayor competitividad?
El factor fundamental para que se dé esa multiplicación de energía es algo
tan sencillo como la conexión de las personas, es decir, que las personas
cooperen, que haya respeto mutuo y confianza.
Lo más importante en la empresa son las personas, por eso hay que huir de
los cerebros negativos; personas miserables que siempre rehúyen la cooperación,
que se encierran en sí mismas, se defienden y combaten desde el enfrentamiento,
tienen la fiebre de atribuirse siempre la razón, rebosan deshonestidad y
siempre desacreditan cualquier idea que no provenga de ellas.
La única formar de “interlocutar” con otros cerebros es desde la igualdad,
no poniéndose en un plano superior (paternalismo) ni inferior (victimismo).
Si somos capaces de lograr esto en nuestras empresas cooperativas,
garantizaremos la sostenibilidad de nuestros proyectos a largo plazo.
Pepe Albors p.albors@fevecta.coop