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jueves, 6 de junio de 2013

COOPERATIVAS:VAGOS Y SIMPÁTICOS

En artículos anteriores aparecidos en este Blog, he hablado de los socios tóxicos, socios funcionarios, socios mercenarios y ahora voy a hablar de los socios vagos y simpáticos, como reza el título de este post.

No, realmente no voy a catalogar a los socios de las cooperativas como vagos o simpáticos, sino que voy a hacer un símil entre la empresa y el cuerpo humano como sistemas que son.

El ser humano tiene doce pares de nervios que emergen del cráneo (los demás nacen de la médula espinal). Los nervios craneales controlan principalmente lo que ocurre en la cara y el cuello, pero el décimo par llega mucho más allá. Este nervio nº 10, llamado “nervio vago”, influye en el cuerpo y el cerebro mucho más de lo que la mayoría de las personas creemos.

Los nervios que nos relajan

En terminología médica, el “sistema nervioso parasimpático” es el responsable de promover y mediar en aquellas funciones que permiten al cuerpo relajarse y lentificarse. Por el contrario, el “sistema nervioso simpático” induce en el cuerpo humano los mecanismos necesarios para afrontar el estrés y los estados de defensa, aumentando el ritmo cardíaco y la presión arterial, preparándonos así para la actividad, sea ésta física o intelectual, estimulando la segregación de la adrenalina. A este “sistema nervioso parasimpático” también se le llama “sistema nervioso vagal”, ya que su nervio principal es el nervio vago. Éste permite que el cuerpo se relaje, ralentiza el ritmo cardiaco, disminuye la tensión arterial y regula la digestión y el sueño.

En mi opinión, en nuestras empresas cooperativas deberíamos dotarnos de un sistema nervioso similar al del cuerpo humano, que nos permita en los momentos de cambio dar una respuesta rápida y aumentar el estrés de la organización para poner a ésta en un funcionamiento óptimo.



En muchas ocasiones, cuando en las empresas ponemos en marcha la maquinaria para dar respuestas a los cambios producidos en el entorno, ya hemos llegado tarde. Deberíamos disponer de automatismos que nos señalen que las cosas están cambiando y poner a toda la organización con el estrés suficiente para dar la respuesta más adecuada en el tiempo justo. Para ello tenemos que tener algo similar al sistema nervioso SIMPÁTICO.

El problema es que no podemos mantener la organización siempre tensa, ya que corremos el peligro de “romper la cuerda” y situar a la empresa en un punto crítico de difícil retorno. Para ello, nuestra empresa debería tener un sistema como el sistema nervioso parasimpático, y debería entrar en funcionamiento el nervio vago, que se va a encargar de volver a la empresa a un ritmo adecuado, es decir, a la reflexión, a recuperar y empoderar a los miembros de la misma. En definitiva, nuestra empresa debe en ciertos momentos serenarse, prepararse formarse, descansar activamente para preparar a todos sus miembros para cuando se detecten situaciones de cambio que requieren una rápida respuesta. Evidentemente este relax no debe conducirnos a un ritmo tan lento que la organización se desmaye, ya que será peor el remedio que la enfermedad.

Sé que cada vez más los cambios se producen con mayor celeridad y esto nos está obligando a entrar en una carrera que no tiene fin. No debemos caer en la trampa de intentar dar respuesta a todos los cambios de forma continuada, tenemos que recuperar el equilibrio y la armonía, debemos tener los dos sistemas, el simpático y el parasimpático bien afinados para ir controlando el ritmo de nuestra organización.


Por eso propongo que en nuestras empresas cooperativas se nombre al socio Vago encargado de poner en marcha el sistema parasimpático y también al socio Simpático.


Pepe Albors                          p.albors@fevecta.coop