En artículos anteriores
aparecidos en este Blog, he hablado de los socios tóxicos, socios funcionarios,
socios mercenarios y ahora voy a hablar de los socios vagos y simpáticos, como
reza el título de este post.
No, realmente no voy a
catalogar a los socios de las cooperativas como vagos o simpáticos, sino que
voy a hacer un símil entre la empresa y el cuerpo humano como sistemas que son.
El ser humano tiene doce
pares de nervios que emergen del cráneo (los demás nacen de la médula espinal).
Los nervios craneales controlan principalmente lo que ocurre en la cara y el
cuello, pero el décimo par llega mucho más allá. Este nervio nº 10, llamado
“nervio vago”, influye en el cuerpo y el cerebro mucho más de lo que la mayoría
de las personas creemos.
Los
nervios que nos relajan
En terminología médica, el
“sistema nervioso parasimpático” es el responsable de promover y mediar en
aquellas funciones que permiten al cuerpo relajarse y lentificarse. Por el
contrario, el “sistema nervioso simpático” induce en el cuerpo humano los
mecanismos necesarios para afrontar el estrés y los estados de defensa,
aumentando el ritmo cardíaco y la presión arterial, preparándonos así para la
actividad, sea ésta física o intelectual, estimulando la segregación de la
adrenalina. A este “sistema nervioso parasimpático” también se le llama
“sistema nervioso vagal”, ya que su nervio principal es el nervio vago. Éste
permite que el cuerpo se relaje, ralentiza el ritmo cardiaco, disminuye la
tensión arterial y regula la digestión y el sueño.
En mi opinión, en nuestras
empresas cooperativas deberíamos dotarnos de un sistema nervioso similar al del
cuerpo humano, que nos permita en los momentos de cambio dar una respuesta
rápida y aumentar el estrés de la organización para poner a ésta en un
funcionamiento óptimo.
En muchas ocasiones, cuando
en las empresas ponemos en marcha la maquinaria para dar respuestas a los
cambios producidos en el entorno, ya hemos llegado tarde. Deberíamos disponer
de automatismos que nos señalen que las cosas están cambiando y poner a toda la
organización con el estrés suficiente para dar la respuesta más adecuada en el
tiempo justo. Para ello tenemos que tener algo similar al sistema nervioso
SIMPÁTICO.
El problema es que no
podemos mantener la organización siempre tensa, ya que corremos el peligro de
“romper la cuerda” y situar a la empresa en un punto crítico de difícil
retorno. Para ello, nuestra empresa debería tener un sistema como el sistema
nervioso parasimpático, y debería entrar en funcionamiento el nervio vago, que
se va a encargar de volver a la empresa a un ritmo adecuado, es decir, a la
reflexión, a recuperar y empoderar a los miembros de la misma. En definitiva,
nuestra empresa debe en ciertos momentos serenarse, prepararse formarse,
descansar activamente para preparar a todos sus miembros para cuando se
detecten situaciones de cambio que requieren una rápida respuesta.
Evidentemente este relax no debe conducirnos a un ritmo tan lento que la
organización se desmaye, ya que será peor el remedio que la enfermedad.
Sé que cada vez más los
cambios se producen con mayor celeridad y esto nos está obligando a entrar en
una carrera que no tiene fin. No debemos caer en la trampa de intentar dar
respuesta a todos los cambios de forma continuada, tenemos que recuperar el
equilibrio y la armonía, debemos tener los dos sistemas, el simpático y el
parasimpático bien afinados para ir controlando el ritmo de nuestra organización.
Por eso propongo que en
nuestras empresas cooperativas se nombre al socio Vago encargado de poner en
marcha el sistema parasimpático y también al socio Simpático.
Pepe Albors p.albors@fevecta.coop
Pepe Albors p.albors@fevecta.coop
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