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miércoles, 1 de mayo de 2013

Cooperativas, Groucho Marx y las partículas de Majorana


Como decía Groucho Marx,  “la principal causa del divorcio es el matrimonio”. Así ocurre también en las cooperativas, la principal causa de su disolución es la cooperación. Especialmente la cooperación mal entendida o la mala cooperación.

Esto me ha recordado una noticia que leí sobre las partículas de Majorana. El pasado año 2012, el año en que se descubrió el Bosón de Giggs, unos científicos holandeses lograron la primera evidencia de la existencia de unas partículas subatómicas denominadas de Majorana, en honor al científico italiano que propuso su existencia. Estas partículas tienen la propiedad de actuar como su propia antimateria y aniquilarse a sí mismas.

Ésto me ha hecho pensar si en las cooperativas a veces no ocurrirá lo mismo. Desde hace tiempo he observado este fenómeno en algunas de ellas; la capacidad de aniquilarse a sí mismas. Me pregunto si las cooperativas, al igual que las partículas de Majorana, serán al mismo tiempo cooperativas y anticooperativas, que al final acaban destruyéndose a sí mismas.

Entre los muchos casos que podría relatar de cooperativas que han acabado autodestruyéndose,  recuerdo el caso en el que en una cooperativa se votó, por parte de la asamblea, solicitar un crédito para pagar las pagas extraordinarias a los socios, en una época de crisis económica y baja solicitud de pedidos, a pesar de la negativa del Consejo Rector y la dirección. Decisiones como ésta  supusieron el principio del fin de esa cooperativa. Podría relatar otros muchos casos en los que las cooperativas han tomado decisiones que, a priori, cualquier socio de la misma aplicando el sentido común nunca hubiese tomado, pero que colectivamente acaban tomando y ejecutando.



¿Es posible que en el ADN de la cooperativa esté su propia destrucción como empresa? Lo que nos hace fuertes como empresas, es decir, la democracia participativa y la cooperación de sus miembros, a veces es lo que nos mata como empresas. Cuando la participación deviene en “participacionitis”, cuando sus miembros no cooperan desde la igualdad y la responsabilidad, sino desde la suma de egoísmos compartidos, se dan las circunstancias propicias para la autodestrucción.

Participar y cooperar no es fácil, se necesita de un aprendizaje previo. Muchas personas llegan al mundo de la cooperación con ideas y expectativas falsas, la igualdad se convierte en ocasiones en igualitarismo ramplón, no hay niveles de responsabilidad, etc. Como decía Jose María de Arizmendiarreta, impulsor del fenómeno cooperativo de Mondragón: el cooperativista no nace, sino que se hace.

En el proceso de cooperar hace falta mucha comunicación y hay que tener  habilidades sociales para que esta comunicación sea efectiva. No es fácil, pero la buena noticia es que se puede aprender. Por eso es fundamental la formación permanente de las personas socias de la cooperativa.

Pero pese a las dificultades que conlleva la cooperación, hay que recordar el dato de que las cooperativas tienen un nivel de mortalidad mucho más bajo que la empresa de capital.

¿Es tu cooperativa una cooperativa Majorana?


Pepe Albors             p.albors@fevecta.coop

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