Hace unos días, mientras leía
una entrevista a la presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais,
Transexuales y Bisexuales (FELGTB), no sé cómo, me sorprendí pensando en las
coincidencias que el movimiento social al que representa Boti García Rodrigo tiene
con el de las cooperativas. Oír hablar de lucha por la igualdad, de reivindicar
derechos, de romper armarios… me ha traído a la cabeza muchas ideas recurrentes
que tienen que ver con la situación del sector empresarial cooperativo en el
marco de una economía de mercado que tolera, pero mira con cierto desdén, a ese
pequeño grupúsculo empresarial que se reivindica como otra forma de hacer
empresa.
Vamos, que son menos y
diferentes, pero no por ello son menos iguales que las demás empresas. Y, ahí
está la clave de este razonamiento. Las cooperativas son menos, sin duda. Y
diferentes, sí, es cierto, porque les guían unos principios (democracia
económica, participación igualitaria, reparto equitativo de los beneficios,
libertad de entrada y salida, obligación de destinar una parte de los
excedentes a la reinversión y a la formación de las personas trabajadoras, generar
puestos de trabajo en las mejores condiciones posibles…) que han motivado que
les rija una legislación diferente, derivada de su especial naturaleza y de los
compromisos y aportaciones diferentes que realizan a la sociedad.
Y, de ahí, también, la
existencia de unos beneficios fiscales y económicos, que se han ido
descafeinando con el tiempo y que han dejado de servir a la finalidad incentivadora
para la que se concibieron.
Pues bien, dejemos ya de aceptar
como normales situaciones que a la postre son discriminadoras. Que se les dé un
trato injusto por insuficiente no quiere decir que se deba aceptar. En estos
tiempos de crisis económica y de valores, de repensarlo todo porque ningún
esquema parece ya responder a aquello para lo que se concibió, reclamen su
lugar en el mundo. Pidan ser tratados en igualdad. Lo que en el caso de las
cooperativas no es otra cosa que pedir que se actualice de una vez una
legislación que les discrimine de manera positiva, como corresponde a una forma
de empresa que fomenta la democracia económica y la igualdad entre las
personas, y ha destruido menos empleo que nadie en esta crisis.
Por favor, cooperativas: salgan
del armario. Reivindíquense ustedes y celebren el orgullo de ser diferentes. ¡Qué
menos!
Ana Real ana.real@fevecta.coop
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