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jueves, 29 de noviembre de 2012

CAPITALISMO - SOCIALISMO - ECONOMÍA SOCIAL


Cualquier doctrina política se origina desde la economía, ciencia a la que se atribuye la función de decidir cómo se han de producir los bienes y servicios que necesita una comunidad,  y cómo se ha de distribuir el trabajo y la riqueza generada.
En pleno siglo XXI, azotadas las economías occidentales por una gran crisis económica, nos planteamos si el sistema capitalista de libre mercado está siendo capaz de seguir generando riqueza económica o, por el contrario, las contradicciones internas del propio sistema  están devorando al mismo.

El capitalismo ha puesto el énfasis en la creación de riqueza, en base a establecer una gran recompensa para quien la ha generado o ha participado activamente en su generación, especialmente desde la óptica del capital invertido.

El socialismo ha incidido más en la importancia de realizar un reparto más justo de la riqueza generada, lo que ha hecho que en ocasiones se desaliente el estímulo de la recompensa y, consiguientemente, la generación de riqueza haya ido a la baja. En muchas ocasiones, un reparto  excesivamente igualitario ha desmotivado a la persona  emprendedora y ha hecho que no le merezca la pena el esfuerzo y riesgo en que puede incurrir, en relación a los supuestos beneficios a obtener.


Las  democracias occidentales son básicamente estados sociales de derecho donde se está intentado, desde la  libertad de empresa y el libre funcionamiento del mercado, generar riqueza. El estado, a través de los impuestos y regulaciones legislativas, pone freno a los posibles abusos que se pueden generar, al tiempo que procura atender las necesidades sociales de todos y, especialmente, de los más desfavorecidos.

Ha sido la democracia y el consiguiente desarrollo de las clases medias, lo que ha permitido al sistema capitalista adaptarse a un sistema más social y de ese modo poder sobrevivir.
Pero los valores que sustentan al sistema Capitalista: libre mercado, libertad de empresa, el capital es el que contrata al trabajo, maximización del beneficio y los valores negativos asociados al mismo como especulación, explotación de la mano de obra, dictadura económica …,  son los que han ocasionado las crisis económicas que, como la actual, está generando una mayor desigualdad, dándose la paradoja de que las personas ricas cada vez lo son más, las clases medias se están empobreciendo a marchas forzadas y las clases bajas están ya en situación de exclusión social.

Hoy en día constatamos la existencia de la gran tensión que hay entre MERCADOS (insaciables éstos, buscando la máxima rentabilidad) y la POLÍTICA, intentando poner freno a los abusos y procurando que no se genere más desigualdad.

Es evidente que en España y en las democracias occidentales, de momento ganan por goleada “Los mercados” y pierden las personas, con la consiguiente precarización del mercado de trabajo, el aumento de la desigualdad y la pérdida de la protección social.

Una solución es posible: La economía social y cooperativa, y la Responsabilidad social empresarial.

Frente al panorama descrito anteriormente creo que caben soluciones, y éstas pasan por potenciar la economía social y la responsabilidad social de la empresa.

La economía social ha demostrado:

- Tener una dimensión social, al surgir con la disposición de generar actividades que reviertan en la creación de empleo estable, sobre todo entre aquellos grupos que han quedado excluidos del mercado laboral o tienen dificultades para incorporarse o permanecer en él.

 - Tener una necesaria dimensión económica para sostener las iniciativas empresariales y de empleo en el medio local, y que haga viables sus proyectos empresariales.

- Poseer un carácter local, ya que sus acciones se circunscriben a un territorio determinado que, en gran parte de los casos, coincide con el propio municipio. Las empresas de Economía Social consideran la comunidad local como ámbito territorial de actuación prioritario.

En mi opinión, la economía social y la empresa cooperativa aúnan las ventajas que tienen los dos sistemas económicos: por un lado, el estímulo en la generación de riqueza y consecución de beneficios, es decir, potencia la competitividad externa y la productividad (si no hay empresa no hay cooperativa) y por otro lado la solidaridad interna, la distribución equitativa, y la participación democrática en igualdad.

Por todo ello, la cooperativa se vislumbra como la fórmula empresarial más adecuada para la consecución de un desarrollo económico, social y humano sostenido.

Pepe Albors                             p.albors@fevecta.coop

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